Friday, January 21, 2011

De la excepción a la regla

Aprender a hablar mandarín, comprar muchas cosas y pasear eran las expectativas de mi viaje a China…inocente de mí no tenía ni idea de lo que sería estar en un país cuya mayoría de habitantes desconoce la existencia de Centroamérica, piensan que Costa Rica es un estado más de los Estados Unidos o en el mejor de casos nos confunden con Puerto Rico. Y es que yo nunca pensé que no hablar chino fuera un obstáculo o una dificultad para cumplir mis expectativas.

Para llegar a Beijing yo debía tomar 3 vuelos, de esos 3 uno se atrasó y otro lo perdí, así que después de casi 4 días deambulando casi al estilo de Tom Hanks en la película La Terminal, llegué a mi destino. Tras cruzar las puertas del aeropuerto fui recibida por un fuerte olor a arroz cantonés (ese olor me acompañó durante las primeras semanas hasta que me acostumbré) luego tomé un taxi tipo buseta junto con otras 2 ticas con las que viajé con destino a la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing (BLCU) sabíamos por fuentes extraoficiales que un taxi hasta la U nos costaría alrededor de 150 RMB (unos $20). Cuando llegamos el chinito taxista sacó una calculadora y puso 400 RMB (unos $60) nosotras inexpertas en el tema del regateo y sin saber hablar mandarín intentamos explicarle al chinito que nos parecía muy caro pero el señor se limitó a bajar nuestras maletas y a extender la palma de la mano en señal de págueme! Me estafaron con menos de 2 horas de estar en China.

Yo dentro de mi ingenuidad pensaba que la universidad tenía personal capacitado para atender a estudiantes que no hablan mandarín, que habría alguien que me ayudaría a matricular, que mi cuarto estaría equipado con servicios que para mí eran básicos como un baño, una ducha e internet, pero no fue así. Sin embargo, fue esa situación de necesidad de comunicación y de ausencia material la que me hizo ver todo desde otra perspectiva. Además me obligó a aprender a hablar chino rápido, quizás sea una estrategia de la Universidad…

Si algo aprendí sobre los idiomas es que para aprender una lengua extranjera hay que encontrarse en la necesidad de utilizarlo y cuando digo necesidad no me refiero a utilizarlo para trabajos de la U, sino a la necesidad de usarlo para sobrevivir, para comer, para no perderse, para comprar y en China hay muuucho que comprar.

Mis primeras palabras en mandarín fueron “bula” (sin picante), “duo shao qian” (¿Cuánto vale?) y “tai gui le” (muy caro!), estas son las 3 frases básicas para sobrevivir en China.
En China pude experimentar el sentimiento de pasar de ser la excepción a ser la regla. Allá yo era una chinita más del montón mientras no abriera la boca porque en ese momento se daban cuenta que había algo extraño en mi acento. Mi similitud física con otras chinas llegaba al punto de que encontrarme o diferenciarme entre un molote de Chinos en la estación del metro era como encontrar a los Zumbies ¿recuerdan ese juego de la nación?

Poco a poco traté de sacar ventaja de  mi apariencia, cuando iba de compras trataba de utilizar solo frases de las que estaba segura que mi pronunciación era bastante decente, así no quedaba en evidencia mi acento y podía obtener mejores precios, no intentaban estafarme. Los rubios, morenos, de ojos claros, cabello colocho, etc. Tienen muy pocas probabilidades de no salir estafados si van de compras a un mercado en China. 

El siguiente es el análisis de un chino:
Rasgos físicos diferentes a los míos = turista = dinero fácil

A pesar del riesgo de salir estafado hacer compras en los mercados chinos es toda una experiencia,
así como lo fue tener la oportunidad de aprender mandarín en una sociedad encerrada en un paraíso de cultura y misticismo, en donde en cada esquina se respira tradición e historia.
Ir a China cambió mi visión sobre la libertad y las limitaciones de las cosas, de la vida y de mí misma pero eso es tema para otro post. Gracias por leer el post!

Saturday, January 8, 2011

Tica + Taiwanés = Yo


Gracias por entrar a mi blog. Como este es mi primer post creo que presentarme es lo más adecuado...

Con solo leer mi nombre se puede tener una idea de lo que soy Yajaira Chung Chacón. Yajaira, según referencias de Internet, es un nombre de origen indígena. Chung apellido de origen chino que significa oro pesado y Chacón que no tengo la menor idea de donde viene.

Yo soy el fruto de una unión multicultural entre América y Asia. Mi mamá oriunda de Puriscal la número 7 de 12 hijos, una de las mejores y más puntuales estudiantes de la escuelita de Floralia pero muy perezosa a la hora de ir trabajar en los tabacales. Mi papá es taiwanés de la etnia hakka y el menor de 4 hermanos. Rozando los 20 años dejó los estudios para empezar a ganar su propio dinero en una fábrica de cerámica.

Mi mamá disfrutaba de probar frutas de monte, ver atardeceres desde los potreros, escuchar Radio y leer, mientras mi papá a muchos kilómetros de distancia entrenaba palomas mensajeras, pero su verdadera pasión, según dice él, es vivir como mendigo y comer como emperador.

Por circunstancias económicas, familiares y hasta políticas, mi papá viajó con el corazón roto desde Taiwán hasta Costa Rica para buscar un mejor futuro. Mi mamá salió de Puriscal para San José huyendo de un amor que nunca fue para trabajar de niñera.

Sus vidas se cruzaron en el cantón de Alajuelita. Mi papá no hablaba español y mi mamá no tenia ni idea de cómo funcionaba el chino pero de una manera que aún no entiendo lograron comunicarse, quizás hasta mejor que muchas parejas que hablan el mismo idioma.

Mi hermano y yo llegamos al mundo alrededor de dos años y medio después de este encuentro para convertir a 2 países, 2 culturas y 2 idiomas en uno solo. Crecimos en una casa con techo tico pero con alma china. Cruzar la puerta de esa casa era equivalente a hacer el viaje de casi 20 horas en avión hasta Taiwán. El español solo salía de la boca mi mama, todo lo demás que se hablaba, respiraba y comía era cien por ciento hakka. Con el español de mi mamá y el dialecto hakka de las otras 14 personas que vivían en esa casa, a los 5 años de edad yo no hacía diferencia entre un idioma y otro, para mi era solo una herramienta para comunicarme.

Cuando yo tenía 6 años mi mamá llegó a darme la gran noticia… Mi papá iba a ser tico, yo entré en “shock”, no entendía porque querían cambiarle la cara mi papa y ponerle una cara de un costarricense. Casi 20 años después de ese día mi papá sigue tramitando su nacionalidad costarricense.

Mi papá es culpable del cargo de ausencia justificada durante gran parte mi niñez y adolescencia, como todos los papás deseaban que tuviéramos buena educación, hasta que un día se percato del tiempo perdido y decidió  tomar un año sabático de trabajo, para ese entonces mi hermano y yo teníamos 15 y 14 años  respectivamente. 

Aunque legalmente soy costarricense mi estatus migratorio correcto es “China de Ultramar”. Para los ticos yo no soy de Costa Rica, físicamente tengo los rasgos asiáticos muy marcados y a pesar de que mi acento es totalmente tico no me veo tica. Para los chinos aunque físicamente soy una china mas, no tengo el corazón ni la mente de un chino. De ahí el termino “ultramar” no pertenezco a ninguna de las naciones, porque en realidad soy las 2.

Vivir con 2 culturales, 2 idiomas y 2 religiones es lo mejor y lo peor que me ha pasado en la vida. Cuando digo lo peor me refiero a la infancia, sin duda la etapa más linda y cruel de la vida. Yo la única asiática de mi generación era “la china” si por algún momento me lograba sentir tica mis compañeros de clase eran expertos en ponerme los pies sobre la tierra y recordarme que soy la pieza que no calza en el rompecabezas pero me gusta ser esa pieza!